domingo, 17 de mayo de 2009

¿ESTA MURIENDO LA CULTURA TRADICIONAL INFANTIL?

En los tiempos que corren no es difícil encontrar todo tipo de posibilidades culturales para los niños que empleen la tecnología. Internet, la televisión y los nuevos sistemas de educación han permitido que los más pequeños se incorporen más fácilmente a la ola del progreso. Lo que no es tan fácil es que las pequeñas muestras culturales que han estado con nosotros toda la vida, puedan sobrevivir a este ritmo vertiginoso que impera en la mayoría de los aspectos de nuestra vida.

Uno de los ejemplos más claros de esta ardua lucha por sobrevivir es la que todos los días deben entablar las compañías de títeres y de teatro tradicionales. Aún quedan -otra cosa sería mentir- este tipo de compañías; pero cada vez es más complicado que un niño que lo tiene todo al alcance un 'click', se emocione como antaño hacían nuestros padres o nosotros mismos ante un muñeco de trapo que habla.

Esto empuja a las compañías a innovar, a cambiar y a adecuar las historias de siempre, contadas como siempre, pero en un ahora muy particular.

Lo mismo ocurre, incluso, con la propia televisión. Pese a ser un elemento moderno de nuestro tiempo, sus contenidos varían con los años, olvidándose en muchos casos, y creando una especie de nostalgia en otros.

Los dibujos animados de ahora no transmiten los mismos valores o, de la misma manera, la inocencia que imperaba en los dibujos de hace 20 años. ¿Es por eso que la juventud de hoy en día va en decadencia? Es posible, si lo combinamos con otros factores.

No obstante, esto no significa que todas las ofertas televisivas o culturales actuales sean nocivas y peores para los niños que las que había antes. Todo lo contrario. Si se buscan, las ofertas de calidad, con un alto valor educacional y moral existen. Pero, al igual que la pequeña compañía de títeres, tiene que luchar a diario con los 'otros' contenidos, los que de verdad hacen daño, y los que desvirtúan la infancia.

Poco se puede hacer para cambiar la situación. Los niños de ahora seguirán jugando con consolas a juegos, muchas veces, inadecuados, por mucho que le pongas delante una muñeca de trapo o un mecano. Las cosas cambian con el tiempo, y la cultura, sobre todo en los niños, es una de las que más lo nota.

Es por eso que los padres, los profesores y todo el entorno que pueda rodear a un niño, tienen un duro trabajo por delante: garantizar que no se pierdan los valores de siempre, los que nos han hecho a nosotros, y, sobre todo, garantizar la salud cultural de los más pequeños.

¿Dónde quedan los límites? ¿Hasta qué punto podemos convertir a nuestros niños en adultos antes de tiempo? La infancia es la infancia, y como tal, ha de vivirse en toda su plenitud, disfrutando de todo lo que la cultura buena, la cultura de calidad, puede ofrecer.