jueves, 14 de mayo de 2009

¿60 EUROS POR UN MUSICAL?

Una de las principales quejas de los ciudadanos respecto a la cultura es su elevado coste. Todavía recuerdo cuando doblaron el precio de la entrada del Museo del Prado (pasó de tres a seis euros) y se montó un revuelo de escándalo… De la misma manera, a todo el mundo le parece un abuso tener que pagar 60 euros por ver un buen musical o un espectáculo de danza con algunos de los más prestigiosos bailarines del mundo.

Y todo ello a pesar de que es algo a lo que se asiste con poca regularidad. Es decir, nadie va cada semana a ver un espectáculo de 60 euros porque los bolsillos no están preparados para soportarlo. Sin embargo, se producen algunos fenómenos muy curiosos. En el reciente partido Real Madrid – Barça llegaron a pagarse hasta 2.000 euros por entrada. Con ese dinero uno podría hacer muchas cosas (incluso comprarse un coche de segunda mano), pero si pensamos en el ocio, podrían verse 33 musicales u obras de teatro por el mismo precio. Esto podría llevarnos a pensar que no es que la cultura sea cara, sino que a muy pocos les parece que merezca la pena invertir en ella.

No es discutible qué es mejor: si ver un duelo deportivo sin igual en directo o disfrutar del magnífico espectáculo de Sara Baras o del maestro Merce Cunningham en el Festival Internacional de Danza de Madrid. Pero en cualquier caso, queda claro que no es una cuestión económica, sino de preferencia cultural.

También uno podría pensar que los que acuden a un estadio de fútbol o a una pista de Fórmula 1 y pagan cantidades astronómicas por poder entrar son una minoría, pero no es así estadísticamente. Y no sólo eso, sino que no se les considera pertenecientes a un estrato social de alto nivel económico. Hay quien llega a pedir un préstamo para poder sufragar algún vicio como los comentados. Y suelen ser los mismos que con una cámara delante se quejan de que para entrar al segundo museo más importante del mundo, el Museo del Prado, haya que pagar seis míseros euros.

En España no falta capital para disfrutar de la cultura, sino interés por conocerla, más allá de que muchos consideren un espectáculo cultural el hecho de que 95.000 almas griten enfurecidas en un estadio de fútbol.

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