Los tiempos que corren no son fáciles para las compañías tradicionales de teatro que luchan, con sus métodos de siempre, contra el gigante de la tecnología. A pesar de todo, los niños siguen viendo en los títeres, la magia que nunca les ha abandonado.
Esteban Villarrocha, gerente y productor del Teatro Arbolé, nos cuenta su particular visión del mundo de los títeres, y de cómo sobreviven en los tiempos que corren
- ¿Piensa que la cultura tradicional, como los títeres, están destinados a desaparecer entre los niños por la proliferación de las nuevas tecnologías?
El Teatro nunca desaparecerá mientras haya una persona que quiera contar una historia y haya otra persona (público) que quiera escucharla.
Los niños y los adultos sufren el impacto de las nuevas tecnologías igualmente: unos se adaptaran de una manera y otros de otra.
Esto es imposible de variar. Ahora bien, el teatro, la danza, las artes escénicas en general siguen siendo un acto artesanal, aunque pueden utilizar nuevos recursos técnicos.
Pero su esencia es la palabra, el movimiento, el objeto manipulado. Se habla demasiado de nuevas tecnologías y arte. En nuestro caso no cambian nada. Al menos eso creo yo.
- ¿Qué transmite una obra de títeres que no puede transmitir el resto de ofertas culturales?
El Teatro Arbolé surge del Movimiento de renovación pedagógica, en los finales de los años setenta del siglo XX.
Siempre ha sentido la necesidad de utilizar el teatro como herramienta educativa. También lúdica.
Los títeres son herramientas al servicio de una historia y de una manera de expresión.
- ¿Cómo surgió la compañía de teatro Arbolé?
Primero surge de un grupo de maestros. Hoy se ha consolidado y, tras 30 años de existencia, es una empresa de producción, exhibición y difusión. Somos 15 trabajadores.
- ¿Qué es lo más duro de este mundillo?
La permanencia.
- ¿Y lo más satisfactorio?
Vivir del oficio que has elegido libremente. Comer de él.
- La magia que parece rodear a los títeres y a sus titiriteros es uno de los reclamos que más llama al público para acudir a este tipo de espectáculo. ¿Existe tal magia? ¿Cree que hay otro reclamo más importante?
Hay un sentimiento romántico, todavía hay gente que nos ven como ‘roba gallinas’, saltimbanquis y gentes de mal vivir. A este sentimiento ha contribuido mucho la literatura.
Ser titiritero es ser actor y ser un oficiante de teatro.
Somos titiriteros pero seres normales, que aman y ofician un trabajo que cuando trasciende en el público se convierte, a veces, en arte.
- ¿Este sector también está notando los efectos de la crisis financiera? ¿Cree que es más vulnerable a la crisis que otros sectores que cuentan con más respaldo?
Toda la sociedad esta notando esos efectos. Nosotros también. No son buenos tiempos para la creación. Ahora bien, el teatro sobrevivirá al igual que las artes hechas en vivo.
Siempre habrá necesidad de contar historias.
- Si pudieran lanzar un mensaje a todos los niños, ¿qué les dirían?
Paciencia con los mayores.
Es complicado lanzar un mensaje a un niño o niña. Más en estos tiempos. Lo cierto es que creo que sí que hay una crisis social de pérdida de valores, que repercute negativamente sobre la cultura, la educación, etc.
Por eso les diría: Tener paciencia con lo mayores. Se han vuelto locos.
- Para todos aquellos que quieran conocer un poco más este mundillo, la página web de la compañía está abierta al público. http://www.teatroarbole.es/
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