lunes, 25 de mayo de 2009

Los libros no entienden de crisis



Estamos en crisis, no podemos negarlo. Pero eso no es motivo para descuidar uno de los mayores placeres: la lectura. Son muchos los que aseguran, que este sector, lejos de verse afectado, se ha mantenido e incluso incrementado sus ventas. Los libros de bolsillo y los autores superventas, son la clave de este año crítico.

La crisis no afecta a los libros porque son necesarios para el lector vocacional. La hipótesis para que se dé este hecho es que el libro tiene un valor de “refugio”. Hay una oferta amplia, con buenos títulos al los que el verdadero lector no puede resistirse, ya que es un ocio mucho más barato que un concierto o un partido de fútbol, por ejemplo. Un libro es para siempre, otro tipo de ocios se pueden disfrutar en un momento puntual, pero una obra literaria se puede releer tantas veces como se quiera.

En tiempos de crisis, son muchas las opciones que surgen. Está los libros de bolsillo, baratos, cómodos de llevar y caben en muchos sitios. Su precio ronda los seis euros y cada vez hay que esperar menos entre la publicación en tapa dura y su edición de bolsillo.
También podemos recurrir a las bibliotecas del barrio. En sus estanterías esconden multad de títulos de los que se puede disfrutar totalmente gratis por un periodo de, aproximadamente, un mes. Otra opción sería el intercambio de libros entre amigos: sabes que tu libro estará bien cuidado y si compartís el mismo gusto tendrás una buena referencia. Para los más bohemios, tienen multitud de mercadillos de segunda mano, en lo que encontrarán auténticas reliquias.

Muchas personas se quejan de lo caros que son los libros, así como el canon adicional que debe pagarse por derechos de autor. A este respecto, César Antonio Molina, ministro de Cultura piensa que “la cultura debe tener fácil acceso y un coste económico menor, pero tenemos que cumplir una serie de normas, lo cual no significa que los ministros (europeos) no tratemos de buscar las medidas y las fórmulas para hacerlo".

Lo cierto es que opciones no faltan. Los gobiernos deberían fomentar la lectura, igual que lo hacen con el cine, con una publicidad propia y otras medidas. Los profesores y padres inculcar una cultura y hábitos a los más pequeños, enseñándoles a disfrutar de los libros y no viéndolos como una obligación. Y los adultos, descubriendo el mundo escondido que hay tras unas simples hojas de papel. Las opciones son infinitas, por tanto, ¡al mal tiempo… muchos libros!

No hay comentarios:

Publicar un comentario